//Por GERARDO BUSTOS//
Ahí van 13 reflexiones relacionadas con la mascarilla. Se pretende con ello generar otras reflexiones que nos ayuden a extraer todas las lecciones posibles de la dura etapa vivida, ahora que por fin parece llegar a término.
Es difícil encontrar nada positivo de esta difícil etapa, salvo lo que hayamos logrado aprender de la experiencia vivida. Seguramente el fenómeno se estudiará en toda su dimensión durante muchos años, pero, sin ahondar demasiado, es evidente que la drástica disminución de gripes, catarros y resfriados durante esta época nos da una pista. También el hecho de que reprimamos la tos con cierta vergüenza, y miremos mal a quien se atreve a toser y estornudar en público. Ahora los mocos están muy mal vistos.
13 reflexiones
- La pandemia nos ha llevado a pensar sobre cosas que antes nunca nos habíamos planteado; más vale que aprendamos de la experiencia vivida.
- Las experiencias otorgan categorías especiales, pero estamos tan cegados con el retorno a la normalidad, que no sé si tanta borrachera de ilusión nos llevará a no haber aprendido nada.
- Ahora que por fin la pandemia se encoge, sería bueno que nos detuviéramos a pensar que algunos remedios eficaces durante este tiempo, como la mascarilla y el gel de manos, nos prometen unos efectos positivos en determinados casos que van más allá de la etapa Covid.
- Hasta la pandemia el uso profesional de la mascarilla estaba limitada a sus efectos sanitarios, pero a partir de ahora debe extenderse a sus probadas virtudes higiénicas y de salud.
- Después de lo que hemos vivido, ¿alguien se imagina a un camarero hablándonos sin mascarilla mientras nos sirve los platos que vamos a degustar?
- Sería una enorme irresponsabilidad, por riesgo sanitario, que las profesiones que manipulan alimentos ejercieran su trabajo sin mascarilla.
- Sería absurdo que los cocineros se cubrieran el pelo en su trabajo y no se cubrieran la boca.
- ¿Tendría sentido prescindir de la mascarilla en esos transportes públicos con obligación de roce y reutilización e intercambio colectivo de las bocanadas de aire?
- La mascarilla ha alcanzado un valor estético: hay quien la conjunta con otros elementos de su vestimenta, y hay quienes se tapan el rostro con indisimulada complacencia.
- Hasta ahora prendas de vestir como la bufanda han sido una opción de responsabilidad consigo mismo por parte de personas con resfriado, y a partir de ahora en los mismos casos la mascarilla debería ser el gesto de responsabilidad para con los demás.
- Somos muy a dados a legislar incluso el horario de las necesidades fisiológica, pero más allá de la norma, yo creo que la mascarilla puede tener unos efectos magníficos si a partir de ahora forma parte de la educación social.
- La educación social puede ganar batallas impensables en el comportamiento colectivo, y ahí tenemos lo ocurrido en pocos años con el tabaco y la seguridad vial como muestras. Pongamos la mascarilla en el mismo foco educativo.
- Es un peligro concebir la supresión de la mascarilla como un gesto de libertad, cuando realmente puede ser una actuación de irresponsabilidad.
La mascarilla sólo es un visible ejemplo de lo mucho que podemos haber aprendido durante esta dura experiencia. No se trata de dejar la mascarilla de forma permanente, sino de analizar la experiencia y pensar en qué casos, condiciones y circunstancias su uso podría ser beneficioso, saludable y responsable. Sería absurdo intentar volver a marzo de 2020 como si nada hubiera pasado, porque eso reflejaría la incapacidad de aprender de la experiencia vivida.
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